Mala cosa es vivir de filias, fobias y prejuicios. Mala cosa las obsesiones, que llevan a convertirse en el conejito aquel de las pilas que repite, y repite, y dura y dura.
Religión Digital tiene fobias marcadísimas. Especialmente con el cardenal Rouco y todo lo que a Rouco huela. Hay razones para ello que algunos conocemos muy bien. Quizá es que cuando uno tiene sus expectativas y esperanzas y aspira a trato preferente y le dicen no, se revuelve y saca sus armas contra quien no le secundó en sus proyectos. Quizá, que esto me lo estoy imaginando. Si hay noticias o rumores, se sacan, y, de lo contrario, siempre hay formas de seguir sacudiendo. Burdas por demás, algunas.
Hoy le toca el turno al subdirector del medio. No siempre va a disparar José Manuel Vidal (veneno mortal que diría Aberasturi). ¿Hay alguna noticia de especial relevancia contra Rouco? Ninguna. ¿Alguna cosa notable sobre los supuestos amigos de Rouco, de manera especial con Herráez? Nada. Todo lo contrario. Las noticias de Burgos sobre don Fidel son excelentes. ¿Algo que tirar a la cara a Sanz Montes, Munilla, Camino, Demetrio, Zornoza, Carrasco, Reig, Herráez, Pérez…? Parece que nada. Pues algo hay que sacar, que hace días que no reciben palo.
Nos cuenta hoy Jesús Bastante que ha estado tomando café con un obispo, y que este obispo ha decidido hacerle sujeto de sus confidencias, que, como es natural, son un ataque frontal a Rouco, Fidel y todos los obispos y arzobispos anteriormente citados. ¿Razones? Que según ese obispo hay quince o veinte obispos que bloquean cualquier cambio en la Iglesia española.
Esto es simplemente hacer el ridículo y tirar piedras contra el propio tejado por varias razones:
PRIMERA. Decir que uno sabe una cosa porque un obispo tomando café se lo ha dicho, goza de una credibilidad tendiente a cero. Yo puedo decir que he tomado un agua del Carmen con otro obispo y me ha dicho lo contrario.
SEGUNDA. Cuando uno mantiene una conversación privada con alguien, “off the record” que se dice, simplemente se queda con la conversación y se la guarda. Decir –y no digamos publicar- que un obispo me ha dicho, pero no te digo ni quién ni cuando, es de una falta de ética de primer curso.
TERCERA. Escribir un artículo con acusaciones a personas con nombres y apellidos basándose en que alguien en privado me dijo, es decir, sin posibilidad de contrastar fuentes, puede sonar perfectamente a trola intencionada, en el mejor de los casos, y ganas de tocar las narices en el peor. Es decir, imaginen que yo digo que ayer tomé café con un alto eclesiástico y me ha confesado que paga publicidad en Religión Digital para no tener problemas y para que saquen periódicamente noticias positivas de su institución. Pura invención.
CUARTA. Si un obispo ha dicho, en caso de que lo haya dicho, que cualquier tipo de reforma en la Iglesia española es bloqueado por quince o veinte obispos, lo que está diciendo es que tenemos una conferencia episcopal tan cobarde, tan acomodaticia, tan poco convencida de las reformas de Francisco, que bastan quince o veinte obispos, entre los ciento dieciocho miembros de la conferencia episcopal, para bloquear cualquier iniciativa. Es decir, que según ese supuesto obispo, si no hay más cambios es porque apenas un diez por ciento de los obispos no quieren. O sea, que un 90 % de los obispos no pueden contra el 10 % restante, capitaneado por un emérito de ochenta y un años. Pues vaya leche de obispos, y vaya leche de convencimiento franciscano.
Es igual. Se trataba de ver cómo seguir sacudiendo a un cardenal emérito que, a sus ochenta y un años, algunos, a la vez que afirman que no es nada, lo siguen considerando todo. A él y a supuesto círculo. Como para hacérselo mirar con algún experto.
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