La liturgia diaria meditada - Simón de Juan, ¿me amas?, Apacienta mis ovejas (Jn 21,15-19) 18/05







Viernes 18 de Mayo de 2018

Misa a elección:



VII de Pascua. Blanco.

San Juan I, papa y mártir. (ML). Rojo.

Juan, hijo de Constancio, nació en Siena, un pueblo en el sur de la Toscana (Italia) en el año 470. Era fraile en el momento de su elección como Papa, en el 523. Su interés por la Liturgia lo llevó a fijar el calendario de Pascua y dar gran impulso al canto. Fue el primer Papa en viajar a Constantinopla, en el año 525, para negociar con el emperador bizantino, Justino I, el cese de las persecuciones en contra de los arrianos. El fracaso de su misión hizo que, cuando regresó a Roma, Teodorico lo hiciese encarcelar en Rávena, donde murió martirizado el 18 de mayo del año 526. Sus restos fueron llevados a Roma y enterrados en la Basílica de San Pedro.



Antífona de entrada          Apoc 1, 5-6

Cristo nos amó y nos purificó de nuestros pecados, por medio de su sangre, e hizo de nosotros un reino sacerdotal para Dios, su Padre. Aleluya.



Oración colecta     

Dios nuestro, que por la glorificación de tu Hijo y la venida del Espíritu Santo nos abriste las puertas de la vida eterna; al participar de un don tan grande, concédenos que se acreciente nuestra entrega a tu servicio y que vivamos con plenitud las riquezas de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.



O bien:         de san Juan I



Dios nuestro, que eres la recompensa de tus fieles, escucha nuestras oraciones en el día del martirio del papa san Juan I y concede, a quienes honramos sus méritos, imitar su constancia en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Señor Dios, mira con bondad las ofrendas de tu pueblo y, para que podamos presentarte un sacrificio agradable, haz que la venida del Espíritu Santo nos purifique de todo pecado. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Antífona      cf. Jn 16, 13
Dice el Señor: “Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los introducirá en toda la verdad”. Aleluya.


Oración después de la comunión
Dios nuestro, que nos purificas y alimentas con este sacramento, concédenos, por su eficacia, alcanzar la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Lectura        Hech 25, 13b-21
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
El rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea y fueron a saludar a Festo. Como ellos permanecieron varios días, Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: “Félix ha dejado a un prisionero, y durante mi estadía en Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos, presentaron quejas pidiendo su condena. Yo les respondí que los romanos no tienen la costumbre de entregar a un hombre antes de enfrentarlo con sus acusadores y darle la oportunidad de defenderse. Ellos vinieron aquí, y sin ninguna demora, me senté en el tribunal e hice comparecer a ese hombre al día siguiente. Pero cuando se presentaron los acusadores, éstos no alegaron contra él ninguno de los cargos que yo sospechaba. Lo que había entre ellos eran no sé qué discusiones sobre su religión, y sobre un tal Jesús que murió y que Pablo asegura que vive. No sabiendo bien qué partido tomar en un asunto de esta índole le pregunté a Pablo si quería ir a Jerusalén para ser juzgado allí. Pero como éste apeló al juicio de su Majestad imperial, yo ordené que lo dejaran bajo custodia hasta que lo enviara al Emperador”.
Palabra de Dios.


Comentario
Pablo ha sido víctima de los oscuros intereses y temores de los poderosos. El sanedrín corrupto y el poder romano, a los cuales poco les importaba la justicia, han decidido ya su suerte: Pablo irá a Roma. Será allí donde morirá, como Jesús, dando la vida por amor.


Salmo 102, 1-2. 11-12. 19-20ab
R. ¡El Señor tiene su trono en el cielo!


Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios. R.


Cuanto se alza el cielo sobre la tierra, así de inmenso es su amor por los que lo temen; cuanto dista el oriente del occidente, así aparta de nosotros nuestros pecados. R.


El Señor puso su trono en el cielo, y su realeza gobierna el universo. ¡Bendigan al Señor, todos sus ángeles, los fuertes guerreros que cumplen sus órdenes! R.


Aleluya        Jn 14, 26
Aleluya. El Espíritu Santo les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho. Aleluya.


Evangelio     Jn 21, 1. 15-19
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos y comiendo con ellos, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos». Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?». Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas». 


Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas a donde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde tú no quieras». Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».. 
Palabra del Señor.


Comentario
La tarea de pastor no es solo la respuesta a un ministerio oficial que otorga la Iglesia. El pastor tiene que responder, ante todo, al amor de Jesús. Su fidelidad a este amor hará que sea también fiel a las ovejas.


Oración Introductoria 
Jesús, Tú también me preguntas a mí: ¿Me amas?. Y yo quiero contestarte con toda sinceridad. Soy un hombre débil como Pedro que a menudo sólo piensa en sí mismo. Pero Tú sabes que te amo y que te quiero amar más. 


Petición 
Señor, te pido que enciendas mi corazón, a veces tan frío, con tu amor, y que me ayudes a apacentar las ovejas que has encomendado a mí para que ellas también te amen. 


Meditación  


Hoy hemos de agradecer a san Juan que nos deje constancia de la íntima conversación entre Jesús y Pedro: «‘Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?’ Le dice él: ‘Sí, Señor, tú sabes que te quiero’. Le dice Jesús: ‘Apacienta mis corderos’» (Jn 21,15). —Desde los más pequeños, recién nacidos a la Vida de la Gracia... has de tener cuidado, como si fueras Yo mismo... Cuando por segunda vez... «le dice Jesús: ‘Apacienta mis ovejas’», Él le está diciendo a Simón Pedro: —A todos los que me sigan, tú los has de presidir en mi Amor, debes procurar que tengan la caridad ordenada. Así, todos conocerán por ti que me siguen a Mí; que mi voluntad es que pases por delante siempre, administrando los méritos que —para cada uno— Yo he ganado.


«Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: ‘¿Me quieres?’ y le dijo: ‘Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero’» (Jn 21,17). Le hace rectificar su triple negación y, solamente recordarla, le entristece. —Te amo totalmente, aunque te he negado..., ya sabes cómo he llorado mi traición, ya sabes cómo he encontrado consuelo solamente estando con tu Madre y con los hermanos.


Encontramos consuelo al recordar que el Señor estableció el poder de borrar el pecado que separa, mucho o poco, de su Amor y del amor a los hermanos. —Encuentro consuelo al admitir la verdad de mi alejamiento respecto de Ti y al sentir de tus labios sacerdotales el «Yo te absuelvo» “a modo de juicio”.


Encontramos consuelo en este poder de las llaves que Jesucristo otorga a todos sus sacerdotes-ministros, para volver a abrir las puertas de su amistad. —Señor, veo que un desamor se arregla con un acto de amor inmenso. Todo ello, nos conduce a valorar la joya inmensa del sacramento del perdón para confesar nuestros pecados, que realmente son “des-amor”. 


La experiencia del amor de Dios nos lleva a un compromiso. Nos cambia desde dentro y enciende en nuestro corazón un fuego que nos anima a compartir esta experiencia con los demás. Jesús invitó a Pedro a apacentar sus ovejas. La única condición es que Pedro ame a Jesús. 


Jesús también tiene un rebaño de ovejas que ha encomendado a cada uno de nosotros. Son en un primer plano nuestros familiares y amigos. Nos hizo responsables para que ellos tengan alimento para su alma y se salven. No es necesario que seamos perfectos, hombres sin defectos. Pedro también negó a Jesús. Solo hace falta que seamos generosos con Dios. Solo hace falta que nos dejemos guiar por Dios cumpliendo su voluntad. A veces nos lleva a donde nosotros no queremos. Pero si hemos experimentado su amor y si sabemos que es nuestro Amigo y Padre, lo amamos también nosotros a Él y le seguimos a donde Él nos lleve para que apacentemos sus ovejas. 


Propósito 
Haré un acto de caridad para con mis familiares o amigos. 


Diálogo con Cristo 
Jesús, te quiero amar. La manera de amarte es cumplir tu voluntad. Tú sabes que muchas veces me cuesta el cumplimiento de tu voluntad. Pero solo así podré apacentar las ovejas que me has encomendado. 

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