Oficio de lecturas - Sabado de semana VII - Tiempo Pascual





OFICIO DE LECTURA - SÁBADO DE LA SEMANA VII - TIEMPO PASCUAL
Propio de la feria. Salterio III



Himno: ¿Y DEJAS, PASTOR SANTO?



¿Y dejas, Pastor santo,

tu grey en este valle hondo, oscuro,

en soledad y llanto;

y tú, rompiendo el puro

aire, te vas al inmortal seguro?



Los antes bienhadados

y los ahora tristes y afligidos,

a tus pechos criados,

de ti desposeídos,

¿a dónde volverán ya sus sentidos?



¿Qué mirarán los ojos

que vieron de tu rostro la hermosura

que no les sea enojos?

Quien gustó tu dulzura

¿qué no tendrá por llanto y amargura?



Y a este mar turbado

¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto

al fiero viento, airado,

Estando tú encubierto?

¿Qué norte guiará la nave al puerto?



Ay, nube envidiosa

aun de este breve gozo, ¿qué te quejas?

¿Dónde vas presurosa?

¡Cuán rica tú te alejas!



¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas! Amén.


V. Dios nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva. Aleluya.
R. Por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos. Aleluya. 


PRIMERA LECTURA


Tercera carta del apóstol san Juan


CAMINEMOS EN LA VERDAD


Yo, el Presbítero, al muy querido Gayo, a quien amo en la verdad.


Carísimo, pido a Dios que en todo prosperes y que goces de buena salud, así como prospera tu alma. Mucho me he alegrado con la venida de los hermanos y con las noticias de tu permanencia en la verdad, de cómo caminas en ella. No hay para mí mayor alegría que oír de mis hijos que caminan en la verdad.


Carísimo, te portas fielmente en todas las obras que haces en favor de los hermanos, aun de los que son forasteros. Ellos hicieron el elogio de tu caridad ante la Iglesia.
Harás una buena acción en proveerlos de lo necesario para su viaje, de una manera digna de Dios. Ellos se han puesto en camino por el nombre del Señor, sin recibir nada de los paganos. Por eso nosotros debemos acogerlos para ser cooperadores de sus trabajos por la verdad.


He escrito algunas palabras a la Iglesia; pero Diotrefes, que ambiciona el primer puesto entre todos, no acata nuestra autoridad. Por esto, cuando vaya, lo amonestaré, recordándole las malas obras que hace: habla desvergonzadamente contra nosotros; no contento con ello, rehúsa recibir a los hermanos; y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, arrojándolos de la Iglesia.


Carísimo, no imites lo malo, sino lo bueno. Quien obra el bien es de Dios. Quien obra el mal no ha visto a Dios. Por lo que se refiere a Demetrio, todos hablan con elogio de él, incluso la misma Verdad. También nosotros lo recomendamos, y nuestra recomendación, como ya lo sabes, es verdadera.


Tengo muchas cosas que escribirte; pero prefiero no confiarlas a la pluma y a la tinta. Espero verte pronto y hablaremos personalmente. La paz sea contigo. Te saludan los amigos. Saluda a los amigos, a cada uno en particular.


RESPONSORIO    3Jn 11; 1Pe 2, 19


R. No imites lo malo, sino lo bueno. * Quien obra el bien es de Dios. Aleluya.
V. A Dios le somos gratos cuando, por causa suya, soportamos penas injustamente inferidas.
R. Quien obra el bien es de Dios. Aleluya.



Año II



De los Hechos de los apóstoles 28, 15-31



PABLO EN ROMA 



En aquellos días, los hermanos de Roma, que tenían referencias de nuestro viaje, nos salieron al encuentro en el Foro de Apio y Tres Tabernas. A su vista, Pablo dio gracias a Dios y cobró ánimo. Cuando entramos en Roma, dieron permiso a Pablo para alojarse en una casa particular, con un soldado para su custodia. Al cabo de tres días convocó Pablo a los notables de los judíos y, cuando estuvieron reunidos, les habló así:



«Aunque yo, hermanos, no he hecho nada malo contra nuestro pueblo ni contra las costumbres patrias, fui detenido en Jerusalén y puesto en manos de las autoridades romanas. Éstas, después de haberme tomado declaración, quisieron ponerme en libertad, porque no había en mI causa alguna que mereciese la muerte. Pero, como los judíos se oponían a ello, me vi obligado a apelar al Cesar, pero sin intención alguna de acusar a mi pueblo. Por este motivo os he llamado para veros y hablar con vosotros. Sabed que por defender la esperanza de Israel llevo estas cadenas.»



Ellos le contestaron:



«Nosotros, por nuestra parte, no hemos recibido de Judea ninguna carta referente a tu persona; ni nos ha llegado ningún hermano, contándonos o hablando algo malo contra ti. Tendremos sumo gusto en escuchar te y saber lo que piensas; pues, por lo que a esta secta se refiere, sabemos que en todas partes encuentra oposición.»



Le señalaron día, y acudieron en gran número a la casa donde se hospedaba. Pablo les expuso el reino de Dios, asegurando firmemente su advenimiento; e intentó convencerlos de todo lo referente a Jesús, a base de la ley de Moisés y de los profetas. Esto duró desde la mañana hasta la tarde. Unos se convencían de sus palabras; otros, en cambio, continuaban incrédulos. Y así se retiraban sin ponerse de acuerdo, cuando Pablo les dirigió últimamente estas palabras:



«Bien habló el Espíritu Santo a nuestros padres por el profeta Isaías: "Dirígete a este pueblo y diles: Oiréis con vuestros oídos, pero no lo entenderéis; miraréis con vuestros ojos, pero no lo veréis. Porque se ha embotado la inteligencia de este pueblo; sus oídos se han vuelto torpes para oír, y sus ojos se han cerrado. No sea que lo vean con sus ojos, y lo oigan con sus oídos, y lo entiendan con su inteligencia y se conviertan; y yo los tenga que salvar." Sabed, pues, que esta salvación de Dios ha sido enviada a los gentiles, y ciertamente que lo escucharán.»



Pablo permaneció dos años enteros en una casa que había alquilado; y recibía a cuantos acudían a él. Predicaba el reino de Dios, y con toda franqueza y libertad y sin obstáculo ninguno enseñaba lo referente a Jesucristo, el Señor.



RESPONSORIO    Hch 2, 39; 28, 28 



R. La promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y * para todos los que llame el Señor, aunque estén lejos. Aleluya. 

V. Esta salvación de Dios ha sido enviada a los gentiles. 



R. Para todos los que llame el Señor, aunque estén lejos. Aleluya.


SEGUNDA LECTURA


De los Sermones de un autor africano del siglo sexto
(Sermón 8, 1-3: PL 65, 743-744)


LA UNIDAD DE LA IGLESIA SE MANIFIESTA EN LA PLURALIDAD DE LENGUAS


Los apóstoles se pusieron a hablar en todas las lenguas. Así quiso Dios, por aquel entonces, significar la presencia del Espíritu Santo, haciendo que todo el que lo recibía hablase en todas las lenguas. Hay que entender, queridos hermanos, que se trata del Espíritu Santo por el cual el amor de Dios se derrama en nuestros corazones.


Y, ya que el amor había de congregar a la Iglesia de Dios, extendida por todo el orbe de la tierra, del mismo modo que entonces cada persona que recibía el Espíritu Santo podía hablar en todas las lenguas, así ahora la unidad de la Iglesia, congregada por el Espíritu Santo, se manifiesta en la pluralidad de lenguas.


Por tanto, si alguien nos dice: «Has recibido el Espíritu Santo, ¿por qué no hablas en todas las lenguas?», debemos responderle: «Hablo ciertamente en todas las lenguas, ya que pertenezco al cuerpo de Cristo, esto es, a la Iglesia, que habla en todas las lenguas. Lo que Dios quiso entonces significar por la presencia del Espíritu era que la Iglesia, en el futuro, hablaría en todas las lenguas.» De este modo se cumplió lo que había prometido el Señor: Nadie echa el vino nuevo en odres viejos, sino que se ha de echar en odres nuevos; así se conservan las dos cosas.


Con razón algunos, al oír que los apóstoles hablaban en todas las lenguas, decían: Están llenos de mosto. Es que se habían convertido ya en odres nuevos, renovados por la gracia santificadora, para que, llenos del vino nuevo, esto es, del Espíritu Santo, hablaran llenos de ardor en todas las lenguas, prefigurando así, por aquel evidentísimo milagro, la catolicidad de la Iglesia, que había de abarcar a los hombres de toda lengua.


Celebrad, pues, este día, conscientes de que sois miembros del único cuerpo de Cristo. No lo celebraréis en vano, si procuráis ser lo que celebráis, viviendo unidos a la Iglesia, a la cual el Señor, llenándola del Espíritu Santo, reconoce como suya, a medida que se va esparciendo por todo el mundo, Iglesia que, a su vez, lo reconoce a él como su Señor. Como el esposo no abandona a su propia esposa ni admite que sea sustituida por otra. A vosotros, hombres de todas las naciones, que sois miembros de Cristo, que constituís el cuerpo de Cristo, la Iglesia de Cristo, la esposa de Cristo, os dice el Apóstol: Sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el vinculo de la paz.


Fijaos que al precepto de la mutua tolerancia añade la mención del amor, y cuando habla de la solicitud por la unidad hace referencia al vínculo de la paz. Tal ha de ser la casa de Dios, edificada con piedras vivas, para que el padre de familia se complazca en habitar en ella, y sus ojos no tengan que contemplar con disgusto su división y su ruina.


RESPONSORIO    Hch 15, 8-9; 11, 18


R. Dios, que conoce los corazones, ha dado su Espíritu a todos los pueblos, igual que a nosotros; * y no ha establecido diferencia alguna entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones por la fe. Aleluya.
V. Así, pues, Dios ha concedido también a los demás pueblos la conversión que conduce a la vida.
R. y no ha establecido diferencia alguna entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones por la fe. Aleluya.


ORACIÓN.


OREMOS,
Concédenos, Dios todopoderoso, seguir siempre realizando en toda nuestra vida el espíritu de estas fiestas pascuales, que hemos celebrado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén


CONCLUSIÓN


V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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