Perfilando algunas palabras de un documento de Pablo VI que es muy citado



Hoy he dedicado bastante tiempo a la revisión de un largo artículo mío, publicado en Ex Scriptorio, el artículo que trata de los obispos como maestros. La razón de esa revisión ha estado en la lectura del decreto Christus Dominus de Pablo VI, año 1965. Después de reflexionar sobre el tema durante años (y, por supuesto, aceptando todo el contenido de ese documento papal), me pregunto si no sería mejor cambiar tres términos de ese decreto. Con tres cambios quedarían mucho más claros algunos párrafos. Los comentarios que hago, lo repito, los voy a realizar dejando claro que comparto totalmente el contenido de Christus Dominus.

Dedico cierto tiempo a exponer esos cambios, porque esos tres conceptos del documento han sido repetidos muchas veces en otros escritos y me parece que son susceptibles de ser perfilados mejor. No es una crítica destructiva contra el documento. Solo reflexiones acerca de que el cambio de algunas palabras por otras términos hubieran dejado más nítidos algunos pensamientos.

El primer párrafo susceptible de un cambio pienso que es el que dice:

Por consiguiente, los Obispos han sido constituidos por el Espíritu Santo, que se les ha dado, verdaderos y auténticos maestros de la fe, pontífices y pastores.

Me pregunto si no prestaría mayor claridad afirmar que los obispos son “acreditados maestros de la fe”. La palabra auténtico se usa en teología con dos de los sentidos que da el Diccionario de la Real Academia:

-Acreditado como cierto y verdadero por los caracteres o requisitos que en ello concurren
-Certificación con que se testifica la identidad y verdad de algo.

No siempre coinciden los significados del diccionario de la Real Academia con los sentidos que, a veces, le da la teología. Pero, en este caso, sí.
Pero justo es reconocer que la palabra “auténtico” se presta a ciertas ambigüedades semánticas que no las tiene la palabra “acreditado”. 

Y suprimo un sinónimo para “verdadero”, porque el sentido en que se entiende que el obispo es “verdadero maestro” sería mucho más largo de explicar. Y es que si la palabra “auténtico” tiene un sentido preciso en teología, la palabra “verdaderos” en esa frase sí que es mucho más laberíntica de entender. En fin, para el que quiera más información sobre la palabra “verdadero” en este caso, ofrezco mi artículo.


Otro párrafo que creo que podría admitir una redacción más nítida y precisa es el siguiente:
La diócesis es una porción del Pueblo de Dios que se confía a un Obispo para que la apaciente con la cooperación del presbiterio.

Honestamente, creo que es más adecuado decir “que se confía a un obispo para que la apaciente con el presbiterio”. Cambia mucho eclesiológicamente afirmar que la diócesis es un rebaño que tiene como pastor al obispo, el cual tiene cooperadores, a decir que todos son pastores, aunque un pastor tenga autoridad sobre otros pastores. Los presbíteros son colaboradores del obispo, pero no son meramente colaboradores-delegados del único pastor de la diócesis.

El obispo da destinos a los presbíteros. El papa da destinos a los obispos. El esquema eclesiológico es exactamente el mismo a un nivel y a otro. El Papa no tiene a los obispos como colaboradores, los obispos son verdaderos pastores de sus diócesis, no delegados. En mi artículo explico por qué el obispo no tiene meros colaboradores, sino que es un pastor de pastores. El párroco que lleva treinta años en una parroquia y ha bautizado a sus habitantes, les ha dado la primera comunión y los ha casado, los conoce como la palma de la mano y le quieren como un padre, no es un mero delegado y el obispo es el verdadero pastor.

El obispo tiene verdadera autoridad sobre el pastor, pero el que realmente ejerce el oficio de pastor en esa comunidad es el párroco que está allí todos los días, que alimenta a sus ovejas y las cuida. Afirmar que el verdadero pastor es el obispo y que el que está allí todos los días es un mero colaborador es, cuando menos, confuso. Sería como que llegara el director de un hospital y le dijera al paciente: “Yo soy su verdadero médico. El médico del pueblo que le ha atendido a usted y a su padre y a sus hijos durante veinte años era un mero colaborador”.

El otro párrafo que pienso que podría perfilarse mejor es el siguiente:
Los Obispos (…) son los principales dispensadores de los misterios de Dios...

El obispo ejerce su ministerio, ante todo, ejerciendo su autoridad. La característica esencial del episcopado es el gobierno. Resulta evidente que son los presbíteros los que pueden dedicarse más a dispensar los sacramentos. El sentido del texto (y así lo han entendido todos los lectores) es que los obispos son dispensadores del sacramento del que dependerá después la otorgación de los misterios de Dios. Creo que la frase gana cambiándola por “los obispos son los dispensadores del sacramento fuente de los misterios de Dios”.

Hay otros sentidos para la palabra “principal”, pero me parece que el sentido que le quería dar Pablo VI es el que he dicho.

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10:09

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