Cardenal, prefecto y metepatas

Me temo que el cardenal Kevin Farrell, prefecto del nuevo discasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, y máximo responsable del Encuentro Mundial de las Familias de Dublín de agosto, no ha tenido su mejor día. En una entrevista  afirma que los sacerdotes no tienen credibilidad a la hora de la preparación de las parejas al matrimonio porque no tienen experiencia propia.

Qué quieren que les diga. Limitar las fuentes del conocimiento a la propia experiencia no es más que un error y de los gordos. Los filósofos hablan de otras vías como son la tradición, la autoridad y la ciencia. Pero hoy está muy de moda eso de que tú no puedes hablar de tal cosa porque no tienes experiencia. 

Ayer precisamente me llegaba al “guasap” una broma más. Una feminista había escrito en su “tuiter": “¿Por qué hay hombre ginecólogos si no tienen ni … idea que se siente tener cólicos, menstruar o tener locas las hormonas?” Me encantó la respuesta: “Tiene razón… de hecho los geriatras no deberían tener menos de setenta años, al igual que los pediatras no más de doce. El problema lo encuentro con los oncólogos y sobre todo con los forenses. Pero ya es hora de que de uan vez por todas, cuando vaya al vetrinario me atienda un perro.”

Ahora me encuentro no con un problema, sino con dos.

Para empezar, y es el menor de ambos, si hago caso al cardenal Farrell, no debería hablar de matrimonio, de drogodependencias, problemas de la mujer, homosexualidad, vida religiosa contemplativa, fraude fiscal, carencia de vivienda o inmigración ilegal. Por ejemplo. 

Mejor aún, y vamos al otro problema. Si hago caso al cardenal Farrell mejor no hablo de nada por lo que me pudiera pasar. Porque claro, si uno solo puede hablar con autoridad de aquello que conoce por propia experiencia, a ver quién es el guapo, del papa Francisco al último monaguillo que osa referirse a los actos homosexuales, la pederastia, la trata de blancas, las toxicomanías, el matrimonio, la cooperación al aborto o las consecuencias del alcoholismo. Más aún. Denunciar el pecado podría ser reconocer que uno es reo de cada uno de ellos, ya que sin experiencia no hablaría.

Hablamos del matrimonio porque, aun no estando casados, hemos estudiado teología y moral del matrimonio, somos hijos y hermanos, conocemos estudios sobre el asunto, tenemos experiencia de charlar con muchos matrimonios y algo podremos aportar. 

Pero es verdad que esto se ha convertido en uno de esos argumentos fáciles: usted no hable porque no tiene experiencia. Curiosamente los mismos que nos dicen eso a los curas, ponen verde a la iglesia de la que no tiene expriencia alguna. Cosas de la vida. Yo creo que el cardenal Farrell simplemente ha tenido un mal día. 

  

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