La liturgia diaria meditada - Yendo un día juntos por Galilea (Mt 17,22-27) 13/08



Lunes 13 de Agosto de 2018
De la feria.
Santos Ponciano e Hipólito, mártires. Rojo..

Santos Ponciano e Hipólito
En el siglo III, el sacerdote romano Hipólito, teólogo de renombre, se había constituido como cabeza de una comunidad disidente. Su oposición a la Iglesia hizo que fuera deportado a Cerdeña por el papa Ponciano. Entonces sobrevino la persecución del emperador Maximino. En estas circunstancias, Hipólito y Ponciano se encontraron nuevamente; Hipólito depuso su actitud rebelde y se reconcilió con la Iglesia. Apresados ambos por ser cristianos, fueron sometidos a trabajos forzados, y más tarde murieron como mártires de Cristo.

Antífona       Cf. Sal 73, 20. 19. 22-23
Acuérdate, Señor, de tu alianza, y no olvides para siempre a tus pobres. Levántate, Señor, defiende tu causa y no desoigas el clamor de los que te invocan.

Oración colecta     
Dios todopoderoso y eterno, a quien, movidos por el Espíritu Santo, nos animamos a llamar Padre; confirma en nuestros corazones la condición de hijos tuyos, para que podamos entrar en la herencia prometida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:           de los santos Ponciano e Hipólito
Te pedimos, Dios nuestro, que la admirable paciencia de los justos acreciente en nosotros el deseo de amarte y fortalezca siempre la sagrada fe en nuestros corazones. Por nuestro Señor Jesucristo...

Oración sobre las ofrendas        
Padre de bondad, acepta los dones que misericordiosamente has dado a tu Iglesia y que, con tu poder, conviertes en sacramento de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        Sal 147, 12. 14
Jerusalén, glorifica al Señor tu Dios, que te sacia con lo mejor del trigo.

Oración después de la comunión
Padre, que la comunión de tus sacramentos nos alcance la salvación y nos confirme en la luz de tu verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Ez 1, 2-5. 24-28C
Lectura de la profecía de Ezequiel.
El día cinco del mes –era el año quinto de la deportación del rey Joaquín– la palabra del Señor llegó a Ezequiel, hijo del sacerdote Buzí, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar. Allí la mano del Señor descendió sobre él. Yo miré, y vi un viento huracanado que venía del norte, y una gran nube con un fuego fulgurante y un resplandor en torno de ella; y de adentro, de en medio del fuego, salía una claridad como de electro. En medio del fuego, vi la figura de cuatro seres vivientes que por su aspecto parecían hombres. Yo oí el ruido de sus alas cuando ellos avanzaban: era como el ruido de aguas torrenciales, como la voz del Todopoderoso, como el estruendo de una multitud o de un ejército acampado. Al detenerse, replegaban sus alas. Y se produjo un estruendo sobre la plataforma que estaba sobre sus cabezas. Encima de la plataforma que estaba sobre sus cabezas, había algo así como una piedra de zafiro, con figura de trono; y encima de esa especie de trono, en lo más alto, una figura con aspecto de hombre. Entonces vi un fulgor como de un rayo, algo así como un fuego que lo rodeaba desde lo que parecía ser su cintura para abajo; vi algo así como un fuego y una claridad alrededor de él: como el aspecto del arco que aparece en las nubes los días de lluvia, así era la claridad que lo rodeaba. Este era el aspecto, la semejanza de la gloria del Señor. Al verla, caí con el rostro en tierra.
Palabra de Dios.

Comentario
Ezequiel era un sacerdote de Jerusalén que fue deportado a Babilonia en el año 597 a.C. Allí en el exilio, Dios lo llamó para ser profeta. Ezequiel tuvo una profunda experiencia de la santidad de Dios, que se manifestó en visiones que transmitía a sus compatriotas para que no decayera la fe en esos tiempos tan aciagos.

Sal 148, 1-2. 11-14bc
R. ¡Llenos están los cielos y la tierra de tu gloria!

Alaben al Señor desde el cielo, alábenlo en las alturas; alábenlo, todos sus ángeles, alábenlo, todos sus ejércitos. R.

Los reyes de la tierra y todas las naciones, los príncipes y los gobernantes de la tierra; los ancianos, los jóvenes y los niños. Alaben el Nombre del Señor. R.

Alaben el Nombre del Señor. Porque sólo su Nombre es sublime; su majestad está sobre el cielo y la tierra, y él exalta la fuerza de su pueblo. R.

¡A él, la alabanza de todos sus fieles, y de Israel, el pueblo de sus amigos! R.

Aleluya        cf. 2Tes 2, 14
Aleluya. Dios nos llamó, por medio del Evangelio, para que poseamos la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Aleluya.

Evangelio     Mt 17, 22-27
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús dijo a sus discípulos: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres: lo matarán y al tercer día resucitará”. Y ellos quedaron muy apenados. Al llegar a Cafarnaúm, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: “¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?”. “Sí, lo paga”, respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: “¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?”. Y como Pedro respondió: “De los extraños”, Jesús le dijo: “Eso quiere decir que los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti”.
Palabra del Señor.

Comentario
Jesús es libre frente a las instituciones, incluso una tan sagrada como el Templo de Jerusalén. Él sabe que en la relación padre-hijo no cuenta el trato comercial. Sin embargo, aun reconociendo que él no debe nada al Padre Dios, y, como hijo, prefiere pagar el impuesto. Probablemente su interés no era provocar un escándalo con su transgresión, sino que sus contemporáneos descubrieran el verdadero sentido del Templo y del culto.

Oración introductoria
Señor, inicio mi oración con la señal de la cruz, puesto que en ella está la síntesis de mi fe. En este gesto quiero manifestarte que creo en la santísima Trinidad, espero y confío en tu gracia y misericordia y te amo con todo mi corazón.

Petición
Jesús, que mi amor por ti se manifieste en mi amor y servicio a los demás. 

Meditación 

Hoy, la liturgia nos ofrece diferentes posibilidades para nuestra consideración. Entre éstas podríamos detenernos en algo que está presente a lo largo de todo el texto: el trato familiar de Jesús con los suyos.

Dice san Mateo que Jesús y los discípulos iban «yendo un día juntos por Galilea» (Mt 17,22). Pudiera parecer algo evidente, pero el hecho de mencionar que iban juntos nos muestra cómo el evangelista quiere remarcar la cercanía de Cristo. Luego les abre su Corazón para confiarles el camino de su Pasión, Muerte y Resurrección, es decir, algo que Él lleva muy adentro y que no quiere que, aquellos a quienes tanto ama, ignoren. Posteriormente, el texto recoge el episodio del pago de los impuestos, y también aquí el evangelista nos deja entrever el trato de Jesús, poniéndose al mismo nivel que Pedro, contraponiendo a los hijos (Jesús y Pedro) exentos del pago y los extraños obligados al mismo. Cristo, finalmente, le muestra cómo conseguir el dinero necesario para pagar no sólo por Él, sino por los dos y no ser, así, motivo de escándalo.

En todos estos rasgos descubrimos una visión fundamental de la vida cristiana: es el afán de Jesús por estar con nosotros. Dice el Señor en el libro de los Proverbios: «Mi delicia es estar con los hijos de los hombres» (Prov 8,31). ¡Cómo cambia, esta realidad, nuestro enfoque de la vida espiritual en la que a veces ponemos sólo la atención y el acento en lo que nosotros hacemos, como si eso fuera lo más importante! La vida interior ha de centrase en Cristo, en su amor por nosotros, en su entrega hasta la muerte por mí, en su constante búsqueda de nuestro corazón. 

Si nos pusiéramos a contar los sueños irrealizados, los proyectos personales sin concluir, las ideas que no han tomado forma, llenaríamos muchas cajas.

Cristo nos invita a dar lo necesario de nuestra parte, para no quedarnos a medias, entre sueños e ilusiones, sino que nos ofrece el camino de su cruz, que es el sacrificio, para llevar nuestro ideal de vida hasta el fin.

Propósito
Revisar cómo estoy inculcando en mi familia el cumplimiento de los deberes como ciudadano.

Diálogo con Cristo 
Jesús, ayúdame a entregar mi vida en el servicio y en el amor a los demás, como Tú lo hiciste. Ése es el único camino con el que puedo corresponder a tantos dones con los que has enriquecido mi vida. Las excusas abundan, las tentaciones se multiplican, pero tu gracia es superior a todo.

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19:14

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