La liturgia diaria meditada - Nadie es profeta en su tierra (Mc 6, 1-6) 08/07



Domingo 08 de Julio de 2018
14° domingo Durante el año
Verde

Martirologio Romnano: En Tívoli, en el Lacio, tránsito del beato Eugenio III, papa, discípulo amado de san Bernardo, que, elegido pontífice después de haber sido abad del monasterio de los santos Vicente y Anastasio ad Acquas Salvias, defendió con tesón al pueblo cristiano de Roma de las insidias de los herejes y renovó también la disciplina eclesiástica († 1153). Fecha de beatificación: culto confirmado el 28 de diciembre de 1872 por el Papa Pío IX
 . 

Antífona de entrada         Sal 47, 10-11
En tu santo templo, Señor, evocamos tu misericordia; la gloria de tu nombre llega hasta los confines de la tierra. Tu derecha está llena de justicia.

Oración colecta    
Dios nuestro, que por la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concédenos una santa alegría, para que, liberados de la servidumbre del pecado, alcancemos la felicidad que no tiene fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas      
Padre del cielo, que este sacrificio consagrado a tu nombre nos purifique y nos encamine, cada día más, hacia la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

Antífona de comunión       Sal 33, 9
Gusten y vean qué bueno es el Señor. Feliz el hombre que espera en él.

O bien:           Mt 11, 28
“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”, dice el Señor.

Oración después de la comunión
Alimentados con tan grandes dones, te pedimos, Padre, recibir sus frutos de salvación y no dejar nunca de alabarte. Por Jesucristo nuestro Señor.

1ª Lectura    Ez 2, 2-5
Lectura de la profecía de Ezequiel.
Un espíritu entró en mí y me hizo permanecer de pie, y yo escuché al que me hablaba. Él me dijo: “Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a un pueblo de rebeldes que se han rebelado contra mí; ellos y sus padres se han sublevado contra mí hasta el día de hoy. Son hombres obstinados y de corazón endurecido aquellos a los que yo te envío, para que les digas: ‘Así habla el Señor’. Y sea que escuchen o se nieguen a hacerlo –porque son un pueblo rebelde– sabrán que hay un profeta en medio de ellos”.
Palabra de Dios.

Comentario
La tarea del profeta es siempre ardua, porque se enfrenta con la rebeldía y la dureza de los corazones. Por eso, sólo puede apoyarse en Dios: el mismo que lo manda, le da la fortaleza necesaria en el momento de las dificultades.

Salmo 122, 1-4
R. Nuestros ojos miran al Señor, hasta que se apiade de nosotros.

Levanto mis ojos hacia ti, que habitas en el cielo. R.

Como los ojos de los servidores están fijos en las manos de su señor y los ojos de la servidora en las manos de su dueña: así miran nuestros ojos al Señor, nuestro Dios, hasta que se apiade de nosotros. R.

¡Ten piedad, Señor, ten piedad de nosotros, porque estamos hartos de desprecios! Nuestra alma está saturada de la burla de los arrogantes, del desprecio de los orgullosos. R.

2ª Lectura    2Cor 12, 7-10
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Para que la grandeza de las revelaciones no me envanezca, tengo una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás que me hiere. Tres veces pedí al Señor que me librara, pero él me respondió: “Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad”. Más bien, me gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida en mí el poder de Cristo. Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Palabra de Dios.

Comentario
San Pablo reconoce el límite y la debilidad humana. Pero no se lamenta por esto, sino que encuentra allí la ocasión para reconocer su pequeñez y la grandeza de Dios. Entonces, en adelante ya no confiará en sus propias fuerzas, sino en la Gracia divina.

Aleluya         cfr. Lc 4, 18
Aleluya. El Espíritu del Señor está sobre mí; él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres. Aleluya.

Evangelio     Mc 6, 1-6a
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: “¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es ésa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?”. Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Por eso les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa”. Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y él se asombraba de su falta de fe.
Palabra del Señor.

Comentario
Jesús conoce la historia de los profetas de su pueblo. Sabe que fueron rechazados y combatidos por los más cercanos. Y Jesús, dolorosamente, pasa por la misma experiencia. No nos sorprendamos cuando esto mismo nos ocurra a nosotros. Confiemos en el Espíritu Santo que hemos recibido el día del Bautismo y nos ha hecho profetas y profetisas para anunciar la Buena Noticia en medio de nuestro pueblo.

Oración introductoria
Señor, permite, por tu gracia, que pueda reconocerte en esta meditación. Confío en Ti, en tu Palabra que me ha revelado que, a pesar de mis debilidades, puedo acercarme a Ti para ser curado y redimido por tu amor.

Petición
Jesús, ayúdame a conocerte más, para poder amarte más.

Meditación 

1. ¿De dónde saca este todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? Jesús sacaba su sabiduría y su fuerza de su corazón manso, humilde y compasivo. No era hijo de noble cuna, sus padres eran humildes y pobres, no tenía títulos nobiliarios, no pertenecía a la casta de los sacerdotes, o escribas, o letrados de Israel. Pero tenía un corazón grande como el mundo, divino como Dios, compasivo como el de una madre tierna y solícita. Sí, Jesús sacaba todo de su corazón, no actuaba para agradar mundanamente a nadie, ni para demostrar nada a los demás, ni para cumplir normas de ninguna clase; actuaba misericordiosamente porque se lo pedía su corazón misericordioso, se compadecía de las personas enfermas, o marginadas, o pecadoras, porque su corazón no soportaba tanto dolor injusto y tanta injusticia como veía en el mundo que le rodeaba. Así debemos actuar siempre los discípulos de Jesús, los cristianos, los que desde niños fuimos bautizados en su nombre. Si no lo hacemos así, podremos ser muy buenos en muchas cosas, sabios en muchas materias, famosos y reconocidos en el mundo, pero no seremos buenos cristianos y Dios Padre no podrá reconocernos como hijos suyos, como auténticos seguidores de su Hijo Jesús.

2.- No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa. Es triste, pero más de una vez se cumple lo que el mismo Jesús les dice a sus discípulos: “los enemigos del hombre son los de su propia casa” (Mt 36). Se ve que así pasaba ya en tiempos de Jesús y así ha ocurrido, a veces y desgraciadamente, siempre. Porque la envidia nos hace vivir comparándonos continuamente con los demás y, naturalmente, a los primeros que vemos y con los primeros que nos comparamos es con los que viven con nosotros. Así ocurrió ya con los primeros hijos de Eva, con Caín y con Abel. Así le pasó a Jesús con los de su propio pueblo, Pero el que esto haya sido, en parte, siempre así, no quiere decir que deba ser así. Debemos ser humildes y generosos con todos, comenzando los de nuestra propia casa. Un corazón humilde y generoso tenderá siempre a alabar lo bueno que ve a su alrededor y no se sentirá ofendido, sino todo lo contrario, por lo bueno que ve en los que viven con él o junto a él.

3.- Hijo de Adán, te envío para que digas a los israelitas: “esto dice el Señor”. Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos. También el profeta Ezequiel, como Jesús, tuvo que ejercer su profesión de profeta en medio de un pueblo, el suyo, poco dispuesto a escuchar a los profetas. En este caso se trataba de un pueblo que vivía en el destierro, en Babilonia, y que no veía que su Dios les ayudara demasiado a solucionar sus problemas sociales y políticos. En fin, que el profeta Ezequiel puede ayudar a los predicadores de hoy a predicar sin desanimarse, a pesar de la indiferencia, cuando no hostilidad, que encuentran a su alrededor. Tampoco los profetas cristianos de hoy lo tienen fácil, pero esto no debe ser motivo de desánimo, sino todo lo contrario: predicar con convicción y fuerza el evangelio de Jesús en la sociedad en la que vivimos, sin desanimarse por el poco éxito de la predicación. La verdad del evangelio siempre debe estar por encima de las pequeñas verdades sociales y políticas que parecen dominar ahora en nuestra sociedad actual.

4.- Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad. San Pablo habla por propia experiencia, porque sus propias debilidades físicas no le permiten actuar con toda la fuerza e intensidad que quisiera. Además, la sociedad a la que predica le pone dificultades continuas y le persigue con saña. Pero Pablo no sólo no se acobarda ante las dificultades y el peligro, sino que se crece ante las dificultades. Y todo lo hace por Cristo y con Cristo, dejando que sea el mismo Cristo el que actúe en él y por él. Es lo que tenemos que hacer los cristianos de todos los tiempos: no creernos nosotros los protagonistas del evangelio, sino dejar que sea Dios el que actúe en nosotros y a través de nosotros. El buen predicador no busca nunca su propia gloria, sino la gloria de Dios en todo lo que hace y dice. Esto es lo que quiere decirnos san Pablo, en esta carta, cuando afirma: “cuando soy débil, entonces soy fuerte”.

Propósito
Reconocer y honrar diariamente a Jesús, que se me manifiesta continuamente en la oración. Antes de tomar una decisión importante me preguntaré cuál es el ejemplo que Jesucristo me da en el Evangelio para tratar de imitarlo.

Diálogo con Cristo
Señor Jesús, ¿qué importancia le doy a tu Palabra? ¿Es ella la brújula en mi toma de decisiones? ¿Es mi fortaleza cuando aparecen las contrariedades? Ayúdame a buscarte en la lectura atenta y fervorosa de la Sagrada Escritura, libro vivo donde puedo aprender a conocerte, amarte y seguirte.

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09:59

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