Oficio de lecturas - Lunes de la semana XIV - Tiempo Ordinario



OFICIO DE LECTURA - LUNES DE LA SEMANA XIV - TIEMPO ORDINARIO
De la Feria.

PRIMERA LECTURA

Año I:

Del primer libro de Samuel     17, 57-18, 9. 20-30

ENVIDIA DE SAÚL HACIA DAVID

    En aquellos días, cuando volvió David de matar al filisteo, lo tomó Abner y lo llevó ante Saúl con la cabeza del filisteo en la mano. Saúl le preguntó:
    «¿De quién eres hijo, muchacho?»
    David respondió:
    «De tu siervo Jesé, de Belén.»
    En acabando de hablar David a Saúl, el alma de Jonatán se apegó al alma de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo. Lo retuvo Saúl aquel día y no le permitió regresar a casa de su padre. Hizo Jonatán alianza con David, pues lo amaba como a sí mismo. Se quitó Jonatán el manto que llevaba y se lo dio a David, y también su vestido y su espada, su arco y su cinturón.
    A su regreso, cuando volvió David de matar al filisteo, salían las mujeres de todas las ciudades de Israel al encuentro del rey Saúl, para cantar, danzando al son de adufes y triángulos, con cantos de alegría. Las mujeres, danzando, cantaban a coro:
    «Saúl mató sus mil, y David sus diez mil.»
    Irritóse mucho Saúl y le disgustó el suceso, pues decía:
    «Dan miríadas a David, y a mí sólo millares; sólo le falta ser rey.»
    Y, desde aquel día en adelante, miraba Saúl a David con ojos de envidia.
    Mikal, hija de Saúl, se enamoró de David. Se lo dijeron a Saúl, y le agradó la noticia. Dijo Saúl:
    «Se la entregaré, pero será para él un lazo, pues caerá sobre él la mano de los filisteos.» Dijo, pues, Saúl a David:
    «Ahora serás mi yerno.»
    Ordenó Saúl a sus servidores:
    «Insinuad a David: "Mira que el rey te estima; también te estiman todos sus servidores; procura, pues, ser yerno del rey."»
    Los servidores del rey dijeron estas palabras a oídos de David, y éste replicó:
    «¿Os parece sencillo ser yerno del rey? Yo soy un hombre pobre y ruín.»
    Comunicaron a Saúl sus servidores:
    «Estas palabras ha dicho David.»
    Respondió Saúl:
    «Decid así a David: "No quiere el rey dote, sino cien prepucios de filisteos para vengarse de los enemigos del rey."»
    Tramaba el rey hacer sucumbir a David en manos de los filisteos. Los servidores comunicaron a David estas palabras y la cosa pareció bien a David para llegar a ser yerno del rey. No se había cumplido el plazo, cuando se levantó David y partió con sus hombres. Mató a los filisteos doscientos hombres y trajo sus prepucios, que entregó cumplidamente al rey, para ser su yerno. Saúl le dio a su hija Mikal por mujer.
    David lograba éxito en todas las campañas que Saúl le encomendaba, y lo puso Saúl al frente de hombres de guerra, y se hizo querer de todo el pueblo, también de los servidores de Saúl.
    Temió Saúl, pues sabía que el Señor estaba con David y que toda la casa de Israel lo amaba. Aumentó el temor de Saúl hacia David y fue siempre hostil a él. Salían los jefes de los filisteos, pero en todas sus incursiones obtenía David más éxito que los demás servidores de Saúl, y su nombre se hizo muy famoso.

Responsorio     Sal 55, 2. 4. 14

R. Misericordia, Dios mío, que me hostigan, me atacan y me acosan todo el día: * Yo confío en ti.
V. Porque libraste mi alma de la muerte, mis pies de la caída.
R. Yo confío en ti.

Año II:

Del libro de los Proverbios     3, 1 - 20

CÓMO ENCONTRAR LA SABIDURÍA

    Hijo mío, no olvides mis instrucciones, guarda en el corazón mis preceptos, porque te traerán largos años de vida, bienestar y prosperidad.
    No abandones la bondad y la lealtad, cuélgatelas al cuello, escríbelas en tu corazón: alcanzarás favor y aceptación ante Dios y ante los hombres. Confía en el Señor con toda el alma, no te fíes de tu propia inteligencia; en todos tus caminos piensa en él, y él allanará tus sendas; no te tengas por sabio, teme al Señor y evita el mal: esto será salud para tu carne y savia para tus huesos.
    Honra a Dios con tus riquezas, con la primicia de todas tus ganancias; y tus graneros se colmarán de grano, tus lagares rebosarán de mosto.
    Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te enfades por su reprensión, porque el Señor reprende a los que ama, como un padre al hijo querido.
    Dichoso el hombre que encuentra sabiduría, el que alcanza inteligencia: adquirirla vale más que la plata y su renta más que el oro, es más valiosa que las perlas ni se le comparan las joyas; en la diestra trae largos años y en la izquierda honor y riquezas; sus caminos son deleitosos y sus sendas son sendas de paz; es árbol de vida para los que la abrazan, son dichosos los que la poseen. El Señor cimentó la tierra con sabiduría y afirmó el cielo con inteligencia; con su ciencia se abren los veneros y las nubes destilan el rocío.

Responsorio     Pr 3, 11. 12; Hb 12, 7

R. No rechaces la corrección del Señor, no te enfades por su reprensión, * porque el Señor reprende a los que ama, como un padre al hijo querido.
V. Dios os trata como a hijos, pues ¿qué hijo no es corregido por su padre?
R. Porque el Señor reprende a los que ama, como un padre al hijo querido.

SEGUNDA LECTURA

De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios.
(Cap. 46, 2-47, 4; 48, 1-6: Funk 1, 119-123)

BUSQUE CADA UNO NO SÓLO SU PROPIO INTERÉS, SINO TAMBIÉN EL DE LA COMUNIDAD

    Escrito está: Juntaos con los santos, porque los que se juntan con ellos se santificarán. Y otra vez, en otro lugar, dice: Con el hombre inocente serás inocente; con el elegido serás elegido, y con el perverso te pervertirás.
    Juntémonos, pues, con los inocentes y justos, porque ellos son elegidos de Dios. ¿A qué vienen entre vosotros contiendas y riñas, banderías, escisiones y guerras? ¿O es que no tenemos un solo Dios y un solo Cristo y un solo Espíritu de gracia que fue derramado sobre nosotros? ¿No es uno solo nuestro llamamiento en Cristo? ¿A qué fin desgarramos y despedazamos los miembros de Cristo y nos sublevamos contra nuestro propio cuerpo, llegando a tal punto de insensatez que nos olvidamos de que somos los unos miembros de los otros?
    Acordaos de las palabras de Jesús, nuestro Señor. El dijo, en efecto: ¡Ay de aquel hombre! Más le valiera no haber nacido, que escandalizar a uno solo de mis escogidos. Mejor le fuera que le colgaran una piedra de molino al cuello y lo hundieran en el mar, que no extraviar a uno solo de mis escogidos. Vuestra escisión extravió a muchos, desalentó a muchos, hizo dudar a muchos, nos sumió en la tristeza a todos nosotros. Y, sin embargo, vuestra sedición es contumaz.
    Tomad en vuestra mano la carta del bienaventurado Pablo apóstol. ¿Cómo os escribió en los comienzos del Evangelio? A la verdad, divinamente inspirado, os escribió acerca de sí mismo, de Cefas y de Apolo, como quiera que ya desde entonces fomentabais las parcialidades. Mas aquella parcialidad fue menos culpable que la actual, pues al cabo os inclinabais a apóstoles acreditados por Dios y a un hombre acreditado por éstos.
    Arranquemos, pues, con rapidez ese escándalo y postrémonos ante el Señor, suplicándole con lágrimas sea propicio con nosotros, nos reconcilie consigo y nos restablezca en el sagrado y puro comportamiento de nuestra fraternidad. Porque ésta es la puerta de la justicia, abierta para la vida, conforme está escrito: Abridme las puertas de la justicia, y entraré para dar gracias al Señor. Ésta es la puerta del Señor: los justos entrarán por ella. Ahora bien, siendo muchas las puertas que están abiertas, ésta es la puerta de la justicia, a saber: la que se abre en Cristo. Bienaventurados todos los que por ella entraren y enderezaren sus pasos en santidad y justicia, cumpliendo todas las cosas sin perturbación. Enhorabuena que uno tenga carisma de fe, que otro sea poderoso en explicar los conocimientos, otro sabio en el discernimiento de discursos, otro casto en su conducta. El hecho es que cuanto mayor parezca uno ser, tanto más debe humillarse y buscar no sólo su propio interés, sino también el de la comunidad.

Responsorio     1Co 9, 19. 22; Jb 29, 15-16

R. Siendo libre en todo, me he hecho esclavo de todos. Me he hecho débil con los débiles. * Me he hecho todo para todos, para salvarlos a todos.
V. Yo era ojos para el ciego y pies para el cojo; yo era padre de los pobres.
R. Me he hecho todo para todos, para salvarlos a todos.

Oración

Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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15:45

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